Cuando lo ecológico se pone de moda (5 Estrellas)

Si algo nos ha enseñado la pandemia ocasionada por la Covid-19 es lo vulnerables que somos como especie humana. En esos primeros meses de angustia justificada, un comportamiento colectivo se apoderaba de nosotros: compras compulsivas en supermercados y farmacias, como si se fuera a acabar el mundo.

En ese momento, el pensamiento global dio un giro de 180 grados y, más que nunca, miramos lo ecológico como una puerta de salvación a nuestro problema. La cocina, en primer lugar, y la agricultura, seguidamente, fueron dos de las tareas en las que empleamos más tiempo durante el confinamiento.

Prueba de ello es la cantidad de huertos domésticos que se pusieron en marcha, favoreciendo a su vez el autoconsumo. Los había emplazados en parcelas rústicas, en las que, con un poco de agua de acequia, veían crecer sus tomates, lechugas o pepinos. Otros decidieron convertir sus hogares en zonas de experimentación agrícola, más para 'matar' el a veces tedioso tiempo que para recoger una producción ecológica importante.

Pasada la etapa más crítica del coronavirus, los ciudadanos han seguido apostando por la agricultura en sus hogares como una filosofía, un método de relajación que les aporta paz y que están dispuestos a transmitir a sus proles. Un huerto orgánico, hecho con pallets, maceteros, bidones, cajas o bloques de obra (los hay de todo tipo), no es solamente un rincón en el que producir alimentos. Va mucho más allá: es una vuelta a los orígenes, a la agricultura que nuestra generación nunca ha conocido, al idílico autoconsumo y a una apuesta sin precedentes por lo ecológico.

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